En Opinión: “3 de mayo, Día de los albañiles” por Horacio Corro Espinosa

¿Saben ustedes qué se celebra en el mes de mayo, aparte del día del albañil y de las madres? Pues en este mes hay celebraciones que nadie se las imaginaría: el 2 es el Día de la Conciencia del Escorbuto. El 3: Día de abrace a su gato y Día de la Santa Cruz. El 4: Día de Star Wars. El 9: Día Nacional de los Calcetines Perdidos. El 10 de mayo: Día de limpiar tu habitación, y Día de la madre, claro. El 13: Día Salta como Rana. El 22: Día Nacional de Comprar un instrumento musical. Y el 29 de mayo: Fin del Día Edad Media.

Aparte de todas esas jaladas, yo quiero hablar de cosas más serias, del Día del albañil. Me gusta hablar de ellos porque son los trabajadores menos reconocidos.

Cada vez que se termina una obra, por modesta u ostentosa que ésta sea, quien se lleva los créditos son los arquitectos, los ingenieros o los urbanistas que diseñan y proyectan las grandes construcciones. Hay obras tan espectaculares que quienes se llevan todos los créditos son los que nunca levantaron ni un ladrillo.

Los que realmente han forjado las ciudades del mundo son los albañiles. Ellos, con su fuerza y perseverancia hacen desde los cimientos hasta la torre más alta. En ellos recae todo el trabajo duro hasta los detalles finos.

Después de que terminan la obra no se llevan nada de lo que hicieron, solo la satisfacción de haber cumplido su tarea bajo el despiadado sol o la lluvia o el frio.

Ellos nunca verán su nombre escrito en las placas memorables, pero sí, de los que les regatearon la lana o los explotaron más allá de sus fuerzas.

Hoy es el día de los albañiles, es por eso que desde temprano echan cohetes al aire y colocan en lo alto de la fachada de la obra en construcción una cruz muy adornada con flores naturales o de papel de china.

Después de trabajar un rato, a la hora de la comida, habilitan mesas con tablones de la cimbra para colocar allí los platillos mexicanos. De acuerdo al bolsillo del propietario aparecen las tortillas, una salsa picante, el chicharrón, y los frijoles, es lo común. Es difícil que el anfitrión se discuta con las cervezas, pero si con el agua de sabor bien fría.

En 1963 Vicente Leñero escribió su novela Los albañiles. La obra es una trama policiaca donde describe el ambiente social de la Ciudad de México, y la situación de esta clase trabajadora.

Ojalá que la gente valorice el trabajo de los albañiles y las albañilas, porque ya hay mujeres metidas en las obras en construcción, ya que es uno de los oficios más duros, más pesados, pero dignos.

Felicidades a todos los que ejercen esta noble tarea: los albañiles.

 

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