Y… la realidad virtual nos alcanzó

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A partir de esta semana llegó al mercado uno de los productos de entretenimiento más esperados, y por lo que se ve, uno de los más revolucionarios: el visor de realidad virtual llamado Oculus Rift, que lleva en proceso de desarrollo desde el 2012.

Aunque todo el mundo habla sobre realidad virtual, y de alguna manera todo el mundo conoce lo que es, resulta que el Rift supera todo lo que ha existido; así que si ha visto en su celular contenido de RV, sin ningún visor y se ha sorprendido, esto será el paraíso.

Con el Oculus Rift la exploración de un mundo virtual se asemeja a lo que podemos hacer en el mundo real: uno se agacha o se inclina y la perspectiva cambia de manera realista, al igual que el sonido que con su diseño 3D presenta profundidad. Como en la realidad.

En 1997 muchos vimos con asombro a Christopher Lambert usar una especie de gogles que iban conectados a una computadora, gracias a los cuales podía entrar a un juego de realidad virtual; eran como una especie de portal hacia otro mundo en donde Lambert, quien interpretaba a un diseñador de videojuegos, debía “salvar” a uno de sus personajes, pues debido a un virus se había hecho consciente y el punto central era que la dinámica del juego orillaba a dicho personaje a un dolor emocional terrible de tal manera que pedía a su creador que lo matara.

La cinta se llamaba Nirvana, de Gabriele Salvatores, y el personaje de Lambert llegaba a un grado de conciencia elevado gracias a la experiencia virtual.

Dos años antes, en la cinta Strange Days el personaje de Ralph Fiennes se conectaba a un aparato parecido a un casco cuyas “ondas” o “información” de recuerdos grabados o de alguien más, que entraban a tu cerebro y te trasportaban al lugar de los hechos, de tal manera que vivías lo que el dueño del recuerdo había vivido. Y para 1999 llegó Matrix, donde la conexión era directamente al cerebro.
Eso que existía 
y no conocíamos

Cuando Nirvana salió, muchos sabíamos que existía algo llamado realidad virtual pero no teníamos mucha idea de qué era, sólo que se hacía por computadora y que era la representación de una realidad alterna. De pronto se podían ver algunos clips en donde aparecía una especie de Terminators de metal líquido —o sea como en Terminator 2— de colores, que se movían en espacios también de colores y de metal líquidos, y lo primero que pensaba uno era: “Qué buen viaje”. Pero fuera de eso, pocos sabían lo que era aquello y pocos tenían acceso. Era un mundo donde no todo estaba a un clic de distancia.

Ahora que la realidad virtual y sus visores están al alcance de todos, debo decir que Nirvana se acercaba mucho a lo que se puede vivir ahora. Si bien no ayuda a elevarse espiritualmente, la realidad virtual está siendo usada para generar empatía desde diversos puntos de vista y cambiar nuestra conciencia, puede ser a través de un documental de una mujer que sobrevivió al ébola en el documental Waves of Grace; una ficción en donde dos adolescentes experimentan el abuso sexual y uno puede vivir ser el atacante o la víctima (no por morbo, sino para comprender mejor la situación), un producto del proyecto Perspective; o en simulaciones para aprender técnicas de combate en el ejército o para mejorar nuestra habilidad para disparar como policías.

Sí, la realidad virtual no sólo es entretenimiento, videojuegos, experiencias de conciertos o una película porno (sí, también ya hay compañías desarrollando estas experiencias que funcionarán con visores).

Lo único que le falta al Oculus Rift, por ahora, es una tienda bien surtida con todo tipo de contenidos: aplicaciones, videojuegos, ficción o piezas documentales. Sólo es cuestión de tiempo.

El Rift es un periférico diseñado para usarse en PC, y si bien sólo hay que acceder a una página web para su configuración que es bastante sencilla, hay que asegurarse que el equipo sea compatible con el visor.