La calle de Crespo, las escalinatas que llevan al fortín registraban gran afluencia de personas que presurosas se enfilan a presencia este espectáculo interpretado por 84 jóvenes y señoritas que integran el Ballet Folklórico de Oaxaca.
Son las 8:30 horas, todo está listo en un Auditorio Guelaguetza que luce repleto. Se escuchan los cascabeles y tambores. El sonido del caracol anuncia un acontecimiento importante, ha nacido la hija del rey Cosijoeza y la princesa Coyocotzin, su belleza y la alegría por su llegada en el Valle de Zaachila, fijan su nombre y destino, se llamará Donají, nombre sonoro y dulce que quiere decir «Alma Grande».
Entre el público se encuentra, el presidente municipal de Oaxaca de Juárez, Javier Villacaña Jiménez, su esposa Verónica Quevedo Arango y la Diosa Centéotl 2016, Leticia María Reyes Salinas, quienes observan esta historia de amor y sacrificio.
Donají, compasiva, lava sus heridas y le ofrece su cuidado e intercede para que sea liberado, sembrando en él un sentimiento de amor profundo que los llevará a lograr la paz entre sus pueblos.
Este sentimiento entre Nucano y Donají logra su cometido, mixtecas y zapotecas logran la paz, sin embargo, hubo una condición; Donají sería entregada y llevada a Monte Albán, y si por alguna razón el rey zapoteco no respetaba los tratados, la princesa sería sacrificada.
Durante días y noches, la tristeza de Donají aumentaba, su corazón le pedía defender el honor de su pueblo. Una noche en que los mixtecos dormían confiados, la princesa zapoteca piensa que es el momento de escapar y envía a una de sus damas a dar el recado de que era la ocasión propicia para tomar Monte Albán.
Los zapotecas llegan al lugar dándoles muerte a los guardias mixtecos sin poder defenderse. Una estela de luz atraviesa el escenario, se trata de la señal de que Donají sería rescatada. La princesa se disponía a huir, cuando los guardianes mixtecas la apresaron, para desahogar su ira cortaron de un solo tajo su cabeza, pintando de carmesí las aguas del Río Atoyac.