Presión en TLCAN por un salario mínimo digno en México; EEUU $163, Canadá $156, México $10


La brecha salarial entre los países que firmaron y ahora renegocian el Tratado de Libre Comercio es, efectivamente, abismal; convertido a pesos mexicanos, esto es lo que gana un trabajar por hora en salario mínimo: Estados Unidos, 163 pesos; Canadá, 156.16 pesos; México, 10 pesos.

EN SEPTIEMBRE de este año, al inicio de las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, Jerry Dias, presidente de Unifor, el sindicato canadiense que agrupa a los trabajadores de los sectores automotriz, comunicaciones, energía y papel, fue realista y duro al criticar al gobierno mexicano ante su reticencia por incrementar el salario mínimo de los trabajadores: “No compro el argumento que los negociadores mexicanos están presentando, que de alguna manera tienen que mantener a sus ciudadanos viviendo en la pobreza para que generen empleos; es un argumento sin sentido e indignante”.

Ejemplificó: “Si un trabajador automotriz de Canadá y Estados Unidos puede hacer 35 dólares la hora, ¿por qué el mexicano no puede ganar 525 pesos la hora? Ellos merecen el mismo respeto que tenemos en Canadá y Estados Unidos. No entiendo el argumento del gobierno mexicano de que de alguna manera ‘tenemos que oprimir a nuestros ciudadanos para estar mejor’, es un argumento de porquería”.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también se ha quejado constantemente de los pobres salarios en México, ha solicitado que nuestro país entre en los estándares internacionales en la justicia laboral, no solo con un incremento sustancioso al salario mínimo general, también con certeza jurídica en los procesos de justicia laboral, así como en el acceso a la seguridad y los servicios de salud por parte de los trabajadores mexicanos.

Para el republicano Trump, el desproporcionado salario mínimo general en México, en relación con su país y Canadá es —entre otras cuestiones— el motivo para que empresas estadounidenses instalen sus plantas productoras en México y no en su país. En efecto, dado que la mano de obra mexicana es la más barata, hasta 2016, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos reportaba a nuestro país con el salario mínimo más bajo, de los 35 que integran esta organización. Ante la negativa del gobierno mexicano a incrementar los salarios de entrada, Trump encontró otras formas para evitar que las empresas de aquel país se instalaran acá: el incremento de impuestos, de aranceles, y presión mediática que tiene efecto en las Bolsas de Valores.

Como dijo el canadiense Dias, y lo refirió Donald Trump, un trabajador promedio de cualquiera de sus países devenga un salario muy por encima de los 80 pesos con 4 centavos que gana un asalariado mexicano. En Canadá los sueldos se determinan de manera regional, cada una de sus provincias ajusta de acuerdo a las condiciones, las leyes y las relaciones sindicales y de gobierno, el salario mínimo. El más alto se encuentra en la provincia de Nunavut con 13 dólares canadienses la hora, y el más bajo en Newfoundland and Labrador a razón de 10.50 dólares canadienses. En promedio un trabajar canadiense percibe 10.43 dólares de su país por hora de trabajo, es decir, 157.16 pesos la hora.

En Estados Unidos está reglamentado el salario mínimo federal en 7 dólares con 25 centavos; sin embargo, cada estado, incluso las administraciones públicas de condados, tienen la facultad para, de acuerdo con la economía local, mover el salario mínimo a la alta —no se puede reducir la base federal—. En una lista de la página financiera The Balance se inscriben 54 ciudades de Norteamérica y sus respectivos salarios mínimos, donde el más alto, de 15 dólares la hora de trabajo, se encuentra a partir de julio de 2017 en Chicago, aunque estados como California y el Distrito de Columbia alcanzan mínimos indexados de 15 dólares la hora, el mínimo, en varios estados es el federal, 7.25 dólares la hora. En promedio un trabajador estadounidense gana 8.83 dólares por hora, unos 163 pesos al tipo de cambio actual en relación con el peso mexicano y por arriba de los 18.50 pesos.

En contraparte el trabajador mexicano, desde este año empezó a ganar en calidad de salario mínimo 80.04 pesos, no por hora sino por una jornada laboral; considerando ocho horas como una jornada completa, el trabajador asalariado mexicano devenga 10 pesos la hora, el equivalente a .53 centavos de dólar norteamericano.

La brecha salarial entre los países que firmaron y ahora renegocian el Tratado de Libre Comercio, es, efectivamente, abismal; convertido a pesos mexicanos, esto es lo que gana un trabajar por hora en salario mínimo: Estados Unidos, 163 pesos, Canadá, 156.16 pesos, México, 10 pesos.

Sin embargo, el representante de México en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, Idelfonso Guajardo, secretario de Economía del gobierno federal, desde el inicio de las negociaciones declaró contundente que el salario mínimo mexicano no era parte de las negociaciones, que esa decisión estaba inserta de manera exclusiva en una política interna de la república mexicana. Efectivamente, lo que nuestro país requiere de fondo es un cambio de modelo económico, pero si hay negativa del gobierno a un aumento en el salario, cambiar el estatus quo se vislumbra más allá de difícil, poco probable con este gobierno y en estas condiciones. Lo que no hicieron con las “reformas estructurales”, no lo harán en los últimos meses del sexenio.

En diciembre de 2016, después de mucha presión, entre otros, del gobierno de la Ciudad de México y la Coparmex nacional, en la Comisión Nacional para el Salario Mínimo (Conasami), este tuvo un incremento nunca antes visto en los últimos 30 años cuando pasó de 73.04 pesos a 80.04 pesos, una victoria pírrica considerando que se venía la renegociación del TLCAN.

Hoy mismo, por estos días, una vez más y con los mismos actores a favor, se está solicitando a la Conasami un incremento de 80.04 pesos a 95.24 pesos, que es en lo que tasa el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo en México (CONEVAL) la línea de bienestar del mexicano. De aprobarse, a pesar de la resistencia del Gobierno de Enrique Peña Nieto y de la propia Confederación Nacional de los Trabajadores, el obrero mexicano ganaría entonces 11 pesos con 90 centavos la hora de trabajo, aun lejanísima la brecha con los 163 pesos por hora del trabajador estadounidense y los 156 pesos del canadiense por hora.

El gobierno mexicano, ahora encabezado por Enrique Peña Nieto, promueve, como dijo el sindicalista canadiense Jerry Dias, la pobreza en México para mantener la inversión extranjera a costa de una mano de obra barata, pero, además, es sabido que en el Partido Revolucionario Institucional, el voto seguro lo buscan y lo promueven entre los pobres, con dádivas, con tarjetas con dinero o mercancía, con monederos electrónicos como los que utilizó Peña Nieto siendo candidato con le empresa Monex.

A los políticos mexicanos la pobreza les reditúa en términos económicos y en términos electorales, situación que para un canadiense que defiende la dignidad del trabajador, y el poder adquisitivo de un salario que le apueste al desarrollo, no entiende. Para este gobierno, la pobreza es un asunto de política pública y no precisamente para combatirla.

En las siguientes rondas de renegociación del Tratado se verá si Idelfonso Guajardo cambia su percepción sobre el incremento al salario mínimo en México en relación con Estados Unidos y Canadá, especialmente porque, a su pesar, sí es un tema entre los países aliados en materia comercial. El secretario de Economía ya de hecho cambió su postura ante los diputados que lo citaron a comparecer en la Cámara Baja, cuando dijo respecto de un eventual incremento: “Yo finalmente no soy parte de la Comisión que lo determina, pero finalmente hay un efecto positivo en la economía… Cuando se refuerza la clase popular, en términos de mejores salarios, claramente tiene un efecto importante en el consumo, y eso finalmente fortalece la economía”. Claro, si le apostaran al desarrollo y a la economía interna, y no a la inversión sobre la mano de obra que México prácticamente regala con tal de atraer inversión.

En la renegociación del TLCAN, México podría empezar por desvincular el incremento al salario mínimo de la inflación, y radicarlo en la productividad, acortar de esa manera la brecha salarial beneficiaría a los trabajadores, incentivaría el consumo y, definitivamente, afectaría de manera positiva la productividad, como sucede en el caso de nuestros vecinos del norte.