En Opinión: «AMLO y su Zona de confort» por Dolia Estévez

Washington, D.C. —Para un Gobierno liderado por un Presidente que fustiga a los tecnócratas, descalifica a las calificadoras y decretó la abolición del neoliberalismo, llama la atención la presencia de Marcelo Ebrard en un exclusivo coloquio con los Dioses del Olimpo de Wall Street que con sus recetas camuflan el “saqueo” al que López Obrador culpa por la brecha entre ricos y pobres.

El fin de semana antepasado, en un hecho casi desapercibido por los medios, Ebrard participó en la Conferencia Global 2019 del Instituto Milken en el lujoso Hotel Beverly Hills cuya entrada para no panelistas fluctuó entre 15 y 50 mil dólares.

Ebrard se codeó con los titanes de los fondos de inversión y de las grandes empresas de tecnología, y con “insiders” que aterrizaron en sus jets privados para tomar parte en el “Festival Milken” del 28 de abril al 1 de mayo. El sabor trumpista lo dieron Jared Kushner, Ivanka Trump, y los secretarios Steve Mnuchin (Tesoro) y Wilbur Ross (Comercio), entre otros. El encargado de la diplomacia de la 4T participó en el panel inaugural que incluyó a Kushner, Mnuchin y Christine Lagarde, jefa del FMI.

Bajo el formato de entrevista tipo Davos, Michael Milken, el multimillonario fundador del Instituto, interrogó a Ebrard sobre su experiencia como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, las metas principales de la nueva Administración, la relación con Estados Unidos y el T-MEC. “Me pareció muy interesante lo pro México de Milken. Muy favorable a la inversión en México”, me dijo Ebrard. Aclaró que no tuvo reuniones bilaterales porque regresó a México al día siguiente muy temprano. Sobre su encuentro con Kushner, comentó: “De hecho, a Jared lo vi porque hablaba inmediatamente antes que yo. Venía de muy buen humor. Para mi sorpresa comentó que iba muy bien en Medio Oriente [quizá se refería al triunfo de Natanyahu]. Me preguntó si ya tenemos listo el plan sobre América Central y cómo iban las cosas. Estaba bien enterado de la reforma laboral”, negociada en el convenio comercial con Estados Unidos y Canadá.

No hubo manera de conocer más. Geoffrey Baum, encargado de la relación con los medios, me dijo que las sesiones eran por invitación y a puerta cerrada. No sabe qué más se habló en el panel con Ebrard porque no estuvo presente. La Cancillería explicó que al ser la promoción económica y la atracción de inversión una nueva tarea de la cartera diplomática, “la participación del Secretario fue activa, relevante y exitosa” (Comunicado SRE, 29/04/2019).

La conferencia sirvió para corroborar que Kushner sigue controlando el trato político con México pese a su cuestiona capacidad para producir resultados. Como principal interlocutor de Luis Videgaray, no pudo convencer a su suegro dejar de sabotear la relación con tuits antimexicanos. Mientras que Trump promueve una inhumana política de mano dura contra los migrantes, a los que amenaza con el uso de la fuerza militar, su yerno presuntamente ve con buenos ojos la propuesta de AMLO de invertir masivamente en el desarrollo de Centroamérica. Sin embargo, Kushner no tiene poder de convencimiento sobre el ocupante de la Casa Blanca que hace lo que le da la gana y por encima de quien le dé la gana.

Tiene lógica que la extravagancia de Milken, un ex prisionero, esté ganando influencia bajo el Gobierno de alguien que si no fuera Presidente ya hubiera sido acusado de crímenes mayores. En los ochenta, Milken fue sentenciado a 10 años de cárcel por fraude bursátil y fiscal. Es el inventor de los famosos “bonos chatarra” que se volvieron el vehículo principal de las mega fusiones de entonces. Tras dos años en prisión, el llamado “rey de los bonos chatarra” se reinventó como filántropo y promotor de la investigación contra el cáncer. Kushner y Mnuchin presionan para que Trump le otorgue una amnistía que le permita regresar al mercado bursátil del que fue vedado de por vida por tranza. Gracias a los bonos chatarra, Milken—quien inspiró al corredor sin escrúpulos que protagonizó Michael Douglas en el film Wall Street de Oliver Stone–, amasó una fortuna que Forbes estima en cerca de 4 mil millones de dólares. Paradójicamente, es el individuo que, dice Ebrard, favorece la inversión en México. Pero bueno, supongo que a nadie se le niega una segunda oportunidad.

Conocida como la “Davos de Norteamérica” (inadecuada analogía puesto que no incluye a jefes de Estado), los titanes y “wannabes” que asistieron aprovecharon los recesos para reducir el estrés con yoga, masajes e interacción con mascotas. Pero quizá lo más singular fue la oportunidad de congraciarse y hacer amarres en recepciones y fiestas paralelas. La cena más fifí, a la que asistieron Ebrard, Jared, Ivanka y Mnuchin, tuvo lugar en una mansión de 88 millones de dólares propiedad de un multimillonario ruso-israelí. Ebrard es el segundo mexicano invitado al coloquio luego de Luis Videgaray en 2018.

La teoría política define a las elites (élite en francés) como pequeños grupos de personas que concentran niveles desproporcionados de riqueza, privilegios, poder y conocimiento. En México, lo más aproximado serían los poderes fácticos. Sin el apoyo de las elites es casi imposible gobernar. La economía mexicana depende del entorno internacional y de los caprichos de la globalización que baila al son de los dueños del dinero. Es una realidad que en la practica no niega el Gobierno de la 4T.

Pese al discurso populista, AMLO tiende a ser pragmático en el escenario internacional. Más “presidencial” dirían sus críticos menos estridentes. Ese pragmatismo debería hacerlo recular en su promesa de no salir de México. No ha dicho aún si asistirá a la Cumbre del G-20 en Japón en junio. Es hora de que deje su Zona de confort. El mundo no es un misterioso agujero negro ni México un barco atracado en un puerto llamado Macondo.