Cárteles de México y Brasil pagan cargamentos de coca con armas modernas: expertos

  • Especialistas señalan que poderosos cárteles mexicanos y brasileños están pagando en Colombia los cargamentos de coca con armas modernas y empoderando militarmente a bandas y disidencias

Además de 16 bolsas con restos humanos, el Ejército de Colombia asegura haber sacado de la zona del bombardeo en Candilejas, Caquetá, un sofisticado fusil que portaba el grupo de alias Gildardo Cucho, cabecilla de la disidencia de las FARC, dado de baja el 29 de agosto, junto a 8 menores reclutados por este grupo ilegal.

Reportes militares –entregados por la Fuerza de Tarea Conjunta Omega– dan cuenta de que en ese campamento había AK-47 y Galil, pero también 12 fusiles de asalto americanos: M-4, M-16, AR-15, una ametralladora M-60 y un moderno fusil Colt para francotiradores, con una mira telescópica para disparos letales a mil 200 metros de distancia.

Expertos en seguridad, como John Marulanda, coinciden en que un fusil de francotirador de estas características es poco común para una guerrilla.

Pero el hallazgo confirma lo que hace rato se sabe: que los poderosos cárteles mexicanos –Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y ‘los Zetas’– y brasileños –‘la Familia del Norte’, el Primer Comando y la ‘Familia Vermelho’– están pagando los cargamentos de coca con armas modernas y empoderando militarmente a bandas y disidencias.

Varios indígenas del Cauca han sido asesinados con esas armas, pero también han sido usadas para atacar a la Policía en Bogotá, atracar joyerías y nutrir el comercio ilegal.

“La coca es mejor moneda de pago para los traficantes de armas que el efectivo, así sean dólares. Siempre es más difícil rastrear el origen de un kilo de coca que el de cualquier billete”, dice Néstor Rosanía, director del Centro de Estudios en Seguridad y Paz.

Evidencia en poder del Gobierno indica que estas armas están ingresando en embarcaciones que fondean en los puertos de Buenaventura, Tumaco y Turbo, con la complicidad de funcionarios corruptos de aduanas.

“Donde haya un puerto hay una alta probabilidad de que exista este tipo de contrabando, aunque las mafias suelen usar puertos y embarcaciones menores, donde hay menos controles”, explicó Gabriel Cifuentes, exfuncionario estatal y experto en seguridad.

El armamento se trafica escondido en caletas o mimetizado en productos de todo tipo, especialmente electrodomésticos, que permiten camuflar hasta cañones y evadir controles aduaneros.

Según Jeremy McDermott, director del centro de investigación Insight Crime, la banda de ‘los Rastrojos’ hizo recientemente un operativo de estos para traer desde China copias de fusiles de asalto AR-15 estadounidenses.

Pero ese no es el único camino que usan los traficantes. Por Brasil ingresan pistolas y fusiles; por Ecuador, explosivos; y por Venezuela, hasta lanzacohetes
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“A otras bandas les están llegando fusiles y pistolas por partes a través de encomiendas que mueven reputadas compañías sin saberlo”, aseguró un oficial de inteligencia.

Hace apenas tres semanas cayeron dos de los supuestos ‘cerebros’ de esta modalidad. Uno de ellos fue identificado como Luis Álvaro Aristizábal, dueño de una empresa de seguridad privada que obtuvo contratos con la alcaldía de Cali.

Y otro involucrado es Euser Salazar, reconocido prestamista ‘gota a gota’ en el Valle.

Efectivos de la Agencia de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI), de Estados Unidos, y la Policía Fiscal y Aduanera de Colombia (Polfa) le aseguraron a reporteros de EL TIEMPO que esa red puso a circular por el país armas Bernardelli, Ceská Zbrojovka CZ, Five-Seven Córdova, Jericho, Smith & Wesson, Walther, Avtomat Kalashnikov AK, M4 e Ingram, producidas en Alemania, Rusia, Israel, Bélgica, Turquía, Estados Unidos y hasta de la vieja Checoslovaquia.

También se tiene identificado un cartel, conocido como ‘los Invisibles’. Sus cabezas se ubican en ciudades como Bogotá y Cali. Estos mercenarios, que posan de empresarios, comercializan las armas entre ‘oficinas de cobro’, sicarios y hasta personas de estratos altos. El arsenal es movido en camionetas blindadas y camiones frigoríficos.

La existencia de ‘los Invisibles’ explica por qué en Bogotá y en la capital del Valle han aparecido los mismos fusiles que alimentan la violencia en zonas cocaleras.

En abril, una patrulla de la Policía de Bogotá fue impactada por un fusil Galil AC, luego de que delincuentes asesinaron a un patrullero en el CAI de Arborizadora, en Ciudad Bolívar. La banda intentaba robar un carro de valores.

“El mismo tipo de fusil fue usado en el intento de robo de una tractomula con coca, en Fontibón, el pasado 7 de septiembre; y en el robo de una lujosa joyería en inmediaciones del centro comercial El Retiro, en la zona rosa de Bogotá”, confirmó un oficial de inteligencia local.

De hecho, la capital aparece, junto con Cundinamarca, en el primer lugar en el listado de armas incautadas durante los primeros 9 meses de este año.

El total de decomisos ha sido de 20.161. De estas, el Ejército ha incautado 3.320 y la Policía, 16.841.

Estas son suficientes para armar a seis brigadas militares: lo que más cae son pistolas, seguidos por fusiles de asalto y ametralladoras.

En el material incautado aparecen, además, explosivos, municiones y hasta fusiles Galil con el sello de la Industria Militar Colombiana (Indumil). La circulación de ese material también figura en una reciente investigación de Insight Crime.