¿Por qué nos dan calambres estando en reposo?

Una correcta hidratación y un buen descanso son factores clave para evitar estos dolores musculares

A todos, de vez en cuando, nos dan calambres musculares en las piernas. No solo mientras hacemos ejercicio, sino en momentos de reposo o incluso durmiendo. Aunque muchas veces no podemos evitarlos, sí que entender por qué ocurren y conocer sus causas puede aportar las herramientas necesarias para reducir al mínimo este tipo de dolencias.

Es importante diferenciar desde el principio los calambres musculares que cualquiera puede sufrir con un espasmo muscular generado por un daño neurológico. «La espasticidad de carácter neurológico se asocia a múltiples enfermedades. Se encuentra asociado a patologías como la parálisis cerebral, el daño cerebral adquirido, la esclerosis múltiple u otras patologías», explica Óscar Pereda, fisioterapeuta deportivo del hospital Ruber Internacional Paseo de la Habana.

Referidos a los calambres musculares como tal, las personas deportistas son las más propensas a sufrirlos, especialmente tras el ejercicio físico. «Estos calambres musculares aparecen debido a una fatiga, la cual generalmente lleva asociada una deshidratación y una disminución de minerales como pueden ser potasio, calcio o magnesio en la dieta», apunta el doctor Pereda.

Podemos preguntarnos cómo es posible que suframos estos calambres en momentos de reposo. Óscar Pereda señala la posibilidad de que perduren en el tiempo, dado que nuestro cuerpo se estará enfrentando a «una fatiga del sistema nervioso central». De esta manera, apunta que «hasta que recuperemos la hidratación correcta y volvamos a un nivel de electrolitos normal» estamos «en peligro» de sufrir un calambre, un estado que puede extenderse de 24 a 72 horas.

El doctor Pereda afirma que no existe una medida de evitación real si el calambre ocurre durante la actividad deportiva. Lo que recomienda, es que nuestra musculatura esté entrenada para poder afrontar el ejercicio que vamos a realizar y que le vamos a exigir a nuestro cuerpo. «También hay que conseguir un correcto balance entre entrenamiento y descanso», comenta el profesional, que añade: «La nutrición e hidratación pre-competitiva también juega un papel fundamental».

La importancia de la hidratación
En el caso de que suframos un calambre muscular, el fisioterapeuta nos da una serie de pautas para poder superarlo de la mejor manera posible. «Cuando ocurre, debemos realizar un estiramiento estático suave de la musculatura dañada, manteniendo el estiramiento hasta qué se nos pase. Asimismo, continuamos colocando una bolsa de hielos o realizando una inmersión en agua a 10 grados durante 10 minutos», explica. También, clarifica que, tras esta acción más inmediata, «deberíamos volcarnos en una correcta nutrición, hidratación y un buen descanso».

Hay ciertos hábitos y situaciones que nos pueden hacer más propensos que otras personas a sufrir calambres musculares. «Personas mayores, sedentarias, fumadoras y con sobrepeso van a tener más probabilidades de sufrirlos», explica Óscar Pereda. Una persona que esté entrenada y cuya musculatura este preparada para tolerar cargas de trabajo mas elevadas, va a tener menos probabilidades de sufrir un calambre ante la misma tarea que una persona sedentaria.

Asimismo, entre las personas con más posibilidades de sufrir calambres musculares, se encuentran aquellas con enfermedades como el párkinson, así como con problemas de hipotiroidismo, miopatías o diabetes melitus.

También, las mujeres embarazadas tienen más riesgo, especialmente durante los últimos tres meses de gestación, y específicamente por la noche.

¿En qué momento los calambres son tan graves como para acudir al médico?

El fisioterapeuta deportivo Óscar Pereda apunta que deberíamos visitar la consulta de un profesional sanitario al sufrir un calambre muscular en caso de que:

– La espasticidad no ceda con los estiramientos.

– Los calambres no desaparezcan tras 72 horas.

– Si el calambre va asociado a debilidad muscular.

– Si tenemos déficit sensitivos en la musculatura implicada.

– Si aparece inflamación, enrojecimiento o sensación de calor.

– Si aparecen con frecuencia y sin relación a una actividad física previa.