¿Por qué en otros países los homicidios bajaron y en México no?

La imagen del video muestra el hombro y brazo descubierto de un hombre que respira para soportar el dolor de una bala que lo hirió a la altura del codo, y le dejó expuesta la carne y el hueso. Viste pantalón de mezclilla y huaraches sencillos. La voz de fondo denuncia la agresión del grupo conocido como La Columna Armada, en el pequeño pueblo de Buenavista, Tamaulipas.

“Estamos en espera de ayuda para poder darle atención en el Hospital de Hidalgo”, se escucha decir a una mujer, mientras el abdomen desnudo del hombre muestra su respiración agitada.

Minutos más tarde, Nuria y Marisol lograrán subirlo a una ambulancia, pero en el camino unos hombres pararán el vehículo, las bajarán a ellas y las asesinarán. A él se lo llevarán para matarlo metros más adelante.

Es el 19 de abril de 2020. Plena cuarentena en el país. Una de las mujeres quedará tendida boca arriba con el cubrebocas aún puesto, supongo para luchar contra el coronavirus al exponerse a una ambulancia y un hospital. Pero su batalla terminará ahí.

“Aquí no hay cuarentena de los criminales, si no le tienen miedo a las balas, menos a un virus”, me cuenta un habitante de ese estado donde ese día se registraron cuatro asesinatos; uno de los días más violentos del 2020 en el país.

Mientras en México los homicidios se han incrementado en este periodo en el que supuestamente deberíamos estar aislados, en otros países de latinoamérica como Colombia y Panamá los asesinatos bajaron.

“Aquí hay puestos de control por todos lados, antes había puestos específicos y los delincuentes lo sabían y los evitaban; no pueden andar tres o cuatro personas en un carro porque llaman mucho la atención. En estos momentos tenemos cifras de ensueño, tenemos un homicidio por día o uno cada dos días; antes eran dos o tres por día”, me cuenta el fiscal Antidrogas de Panamá, Eduardo de la Torre.

Pero claro, en el entendido de que ese país tiene características que distan mucho de las mexicanas, empezando por el tamaño del territorio, veamos también las estadísticas en otro como Colombia, con casi 50 millones de habitantes, un contexto de violencia y pasado complejo por el narcotráfico y la guerrilla. Ahí la Policía Nacional reportó que del 25 de marzo al 16 de abril pasado los homicidios se redujeron en 50%, con respecto al mismo periodo del año anterior. Algo que en México parece estar lejos de verse y donde, al contrario, están aumentando.

El sistema de “franquicias” que instaló en México el Cártel de Jalisco Nueva Generación desde hace unos cinco años, en el que grupos criminales locales hacen alianza con ellos y pagan cuotas -una parte en pesos y otra parte en dólares- para mantener “la marca”, las armas, el entrenamiento y equipo táctico, no permite que dejen de operar. O pagan o mueren, coinciden fuentes federales con presencia en estados como Guanajuato, Puebla, Querétaro, Hidalgo y Veracruz.

Los grupos criminales se adueñaron de cadenas productivas de pequeños pueblos en al menos 28 estados, donde controlan hoteles, giros negros, terrenos, casas de préstamo, casas de cambio. E igual como se empiezan a ver afectados todos los círculos económicos en el país, el de las “franquicias” también, la diferencia es que no tendrán la sensibilidad para reducir las cuotas de sus franquiciatarios o congelar pagos por cuatro meses como algunos bancos. Pero es el Cártel de Jalisco y es todos los demás con presencia en el territorio.

Hace unos días, un grupo de cinco jóvenes llegó a una taquería en Culiacán, Sinaloa. Estacionaron su camioneta gris Honda CVR, y al bajarse colocaron los rifles de alto poder debajo de los asientos. El que parecía el líder, un hombre robusto de barba de unos 35 años, portaba una pistola al igual que otros dos. Mientras se acercaban a hacer su pedido uno de su grupo, mucho más joven, le mostró el celular con una noticia sobre los muertos por Covid19. “No plebes, nosotros vamos a seguir chambeando normal”, contestó el que parecía jefe de la célula. La escena la presenció un habitante que se retiró de inmediato del lugar al identificarlos como miembros del cártel de Sinaloa.

En este país, que es muchos países, hay un mundo oscuro donde el llamado de las autoridades a quedarse en casa es solo un ruido a lo lejos sin significado. Y ni los despliegues policiacos, ni la vigilancia en las calles frena esa cadena productiva criminal de todos los cárteles que parece que es la única que se niega a parar como lo han hecho otros sectores.

Ante estas historias y este contexto suena ridículo el mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador a los delincuentes para que “le bajen”. Un llamado así no es nada en mundos negros donde el dinero, el poder y el ajuste de cuentas son una adicción que no le tiene temor a ningún virus.