Otro mayo de revuelta en Puente Grande

Jalisco.-Era miércoles 3 de mayo de 1995, el reloj marcaba las 15:00 horas, internos del módulo 1 y 2 del reclusorio de Puente Grande tomaron por asalto el centro penitenciario: tres custodios quedaron como rehenes.

Los delincuentes cubrían sus rostros con playeras y demás retazos de tela, y cargaban entre sus manos puntas metálicas con las cuales amenazaban a empleados del penal.

La revuelta inició cuando tres custodios golpearon salvajemente a varios internos, aunado a la inconformidad de varios presos por estar incomunicados como castigo por mal comportamiento.

Los revoltosos permitieron el ingreso a los medios de comunicación para constatar las irregularidades en las que vivían, además, se quejaron del mal sabor de la comida y de que no les brindaban atención médica a los enfermos. Para esas fechas, el dormitorio uno del penal para procesados era ocupado por 64 reos de alta y mediana peligrosidad, en su mayoría homicidas y asaltantes.

Los tres custodios privados de su libertad por los inconformes fueron ingresados por la fuerza a una celda; les cubrieron los ojos con pedazos de tela y, además, les amarraron las manos hacia la espalda.

Los elementos de seguridad fueron entrevistados, se defendieron diciendo que ellos no golpeaban a los internos, pero acusaron a varios de sus compañeros de tener comportamientos hostiles.

Al filo de las 20:00 horas, el ambiente se puso aún más tenso entre la población penitenciaria, que al no obtener respuesta a sus demandas optaron por privar de la libertad a los periodistas.

Sergio Solórzano Sánchez tenía quince días en el cargo como director del reclusorio, dialogó con los inconformes con la intención de que fueran liberados los custodios y reporteros, pero los internos sólo aceptaron soltar a los periodistas, desafortunadamente no a todos.

El comunicador que se quedó en el lugar fue amedrentado, aislado y fuertemente custodiado por tres presos que portaban entre sus manos largas puntas de metal. Poco antes de las 21:00 horas fue dejado en libertad, los presos estaban más relajados pues ya habían comido, pero no contaban con que la policía estatal ingresaría al penal por la fuerza para recuperarlo.

Los presos que intervinieron en el motín fueron golpeados por los uniformados, algunos perdieron los dientes, otros quedaron inconscientes o con huesos rotos. Los policías emplearon para defenderse bates de beisbol, tubos y varillas metálicas.

Durante la noche, la situación en el penal se mantuvo en tensa calma, pero la noticia de la intervención policial en el módulo uno corrió como pólvora en los demás dormitorios, lo que provocó especulaciones y el cólera de los demás internos.

Al día siguiente, el motín revivió, pero ahora con mayor intensidad porque para entonces todos los presos hervían en rabia, la policía estatal no los pudo controlar y el entonces gobernador de Jalisco, Alberto Cárdenas Jiménez, solicitó la intervención de elementos de la desaparecida Procuraduría General de la República.

Los policías federales ingresaron al penal echando bala. Once reclusos fallecieron ese día en medio de fuego cruzado, varios más quedaron heridos.

Estos dos incidentes fueron la punta de lanza de otros altercados dentro del penal de Puente Grande, que en el año de 1995 costó la vida a 35 reos en diversas riñas, y el despido de una veintena de directores y jefes de área por no poder pacificar el penal.

A 25 años de aquel motín, el pasado viernes se registró otro incidente violento que dejó a ocho internos muertos, hasta el momento no se sabe qué propició el hecho y cómo ingresaron las armas de fuego utilizadas en la agresión.