
Wilfrido Hernández Cardozo – La Onda Oaxaca
13 de abril de 2025.- El mundo de la literatura está de luto. Mario Vargas Llosa, uno de los máximos exponentes de las letras hispanoamericanas y Premio Nobel de Literatura en 2010, falleció este sábado en su residencia de Lima, Perú, a los 89 años. La noticia fue confirmada por sus hijos a través de un comunicado en el que agradecieron las muestras de cariño y solicitaron privacidad para despedir al escritor “con la tranquilidad que él siempre valoró”.
Con su partida, se cierra uno de los capítulos más importantes de la narrativa contemporánea, marcada por una prosa rigurosa, comprometida y profundamente crítica. Vargas Llosa no solo fue una figura central del llamado “boom” latinoamericano, sino también un intelectual influyente que extendió su voz más allá de las fronteras de la literatura, incursionando en el ensayo, la política y el periodismo.
Una vida entregada a las ideas y a la palabra
Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nació el 28 de marzo de 1936 en Arequipa, Perú. Criado entre Perú y Bolivia, desde joven demostró una inclinación por las letras, escribiendo cuentos y colaborando en periódicos locales. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y posteriormente en la Universidad Complutense de Madrid, donde se consolidó como crítico literario y narrador.
Su carrera literaria despegó con fuerza en 1963 con la publicación de La ciudad y los perros, una obra que revolucionó el panorama narrativo latinoamericano por su crudeza, su estructura innovadora y su retrato despiadado de la educación militar en el Perú. Le seguirían títulos como La casa verde (1966), Conversación en La Catedral (1969), La guerra del fin del mundo (1981), La fiesta del Chivo (2000) y Travesuras de la niña mala (2006), entre muchas otras.
En 2010, la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura por “su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes mordaces de la resistencia individual, la revuelta y la derrota”.
El escritor y el político
A diferencia de otros autores del “boom” como Gabriel García Márquez, con quien mantuvo una compleja relación de amistad y rivalidad, Vargas Llosa optó por una participación activa en la política. En 1990 fue candidato a la presidencia del Perú con una propuesta liberal que no logró imponerse frente a Alberto Fujimori. A pesar de la derrota, su participación marcó un hito en la historia política del país.
A lo largo de los años, mantuvo una firme postura en defensa de la democracia, el libre mercado y las libertades individuales, convirtiéndose en un referente del pensamiento liberal en Iberoamérica. Su pensamiento, siempre polémico y agudo, lo llevó a pronunciarse con firmeza sobre los regímenes autoritarios en la región, lo que le valió tanto seguidores como detractores.
Reconocimientos y legado
Además del Nobel, Vargas Llosa fue galardonado con los premios más prestigiosos de la literatura en español: el Premio Cervantes (1994), el Premio Príncipe de Asturias (1986), el Premio Planeta (1993) y la Legión de Honor francesa (1985). En 2023 fue admitido en la Académie Française, convirtiéndose en el primer autor que no ha escrito en francés en obtener ese honor.
Su influencia trasciende generaciones. Fue maestro, guía y punto de referencia para miles de escritores y lectores que encontraron en su obra una forma de comprender las contradicciones de América Latina y del ser humano.
Últimos años y despedida
A pesar de su edad, Vargas Llosa continuó escribiendo hasta el final. Su última novela, Le dedico mi silencio (2023), es una reflexión nostálgica y profunda sobre la música criolla, el arte y la utopía social. Una suerte de testamento literario que muestra a un autor en plena posesión de su talento y sensibilidad.
Conforme a sus deseos, no se realizará un funeral público. Su familia ha indicado que sus restos serán incinerados en una ceremonia íntima, reservada para familiares y amigos cercanos. El mundo cultural, sin embargo, ya ha comenzado a rendirle tributo: academias, universidades y gobiernos de todo el mundo han expresado su pesar por la pérdida de uno de los grandes narradores de nuestra era.
«La literatura es fuego», escribió en uno de sus primeros manifiestos. Y esa llama, la de Mario Vargas Llosa, seguirá encendida mientras sus libros sigan siendo leídos, debatidos y amados.