La charrería, arte ecuestre y vaquero, se vuelve Patrimonio Universal

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La tradición mexicana ingresó a la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO durante la XI Convención del Comité para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial reunido en Addis Abeba, Etiopía.

La soga del floreo lanza espirales de historia que giran sin tiempo. Cada suerte dibuja en el aire la memoria del encuentro de dos culturas ocurrido en el siglo XVI, cuando se establecieron las haciendas ganaderas en el centro y norte de la Nueva España; entonces es necesario que los indígenas y mestizos se incorporen a las faenas para inventariar y marcar el ganado. Se les autoriza montar a caballo. Pero había que amansar y arrear a las bestias.

La convivencia entre los vaqueros de diferentes fincas, convirtió el arduo trabajo en motivo de coexistencia y articulación social. Se originó una escuela ecuestre. También una indumentaria improvisada para protegerse de la rudeza que con el tiempo se transformó en un conjunto de enseres repletos de signos visuales. De un trabajo pesado, rudo y peligroso nació una tradición que se ha transmitido de una generación a otra y ha dado identidad a una nación: La charrería.

La charrería fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad durante la XI sesión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la educación, la Ciencia y la Cultura) reunida en la ciudad de Addis Abeba, Etiopía.

Esta tradición ecuestre mexicana fue declarada patrimonio universal en virtud de que se trata de un elemento cultural de valor excepcional para el mundo y que cumple con los criterios fijados por el organismo, que tomó en cuenta, además de las suertes características que practican los charros, el arte escénico, las artesanías de los accesorios del jinete y el caballo –que en sí mismos son patrimonio cultural, consigna el expediente de postulación- y la vistosa vestimenta que les caracteriza, así como la convivencia festiva que se desarrolla alrededor de esta actividad, todo ello transmitido a través de generaciones por más de 200 años.

En un comunicado conjunto, la Secretaría de Relaciones Exteriores, Secretaría de Cultura y la Asociación Nacional de Charros, celebraron la declaratoria y dieron a conocer que el expediente de postulación de la candidatura presentada por México en 2011 logró este jueves la aceptación unánime por parte de los miembros del Comité, conformado actualmente por representantes de 24 naciones.

La charrería fue votada de entre 37 postulaciones de manifestaciones culturales de todo el mundo que buscaban la declaratoria, entre las que destacan la cultura de la cerveza de Bélgica, La rumba cubana, El merengue dominicano, El Carnaval de Granville, Francia, y El yoga, de India, que también han quedado inscritas.

Con esta inscripción, México consigue la octava declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial, la primera en 5 años, pues desde 2011 no había ingresado ningún bien cultural mexicano al prestigioso listado, los cuales son: Las fiestas indígenas del Día de los Muertos (2008), La ceremonia ritual de Los Voladores y Las tradiciones otomí-chichimecas de la Peña de Bernal (2009), La Pirekua michoacana, Los parachicos de Chiapa de Corzo, y La cocina tradicional mexicana (2010), El Mariachi, música de cuerdas, canto y trompeta (2011) y La charrería, arte ecuestre y vaquero tradicional de México (2016).

Origen e identidad nacional
De acuerdo con el expediente de postulación de la candidatura, preparado de manera conjunta por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de la Subdirección de Patrimonio Cultural Inmaterial a cargo de Edaly Quiroz y de la Asociación Nacional de Charros, la charrería tiene su origen en la Nueva España en siglo XVII en el seno de la labor cotidiana del campo, ruda e incluso peligrosa, convertida en regocijo cuando hubo que amansar y arrear a los caballos para mantener con vida una de las actividades económicas más importantes de la época colonial: la ganadería.

La Corona española propició concentración de extensiones de tierra, llamadas Estancias, para la cría del ganado, el hato llegaba a sumar hasta 150 mil cabezas, con cientos de vaqueros para cuidarlas.

Allí, en las Estancias, una vez terminada la jornada, los vaqueros se dedicaban a convivir: inventaron juegos dando origen a los coleaderos; se divertían a caballo con el juego de cañas, el correr de la sortija o el desjarretar: esos jinetes son el embrión del charro; en tanto las faenas del campo se convirtieron en motivo de coexistencia y articulación social dando origen a la charrería.

Con el tiempo, esta actividad lúdica se fue convirtiendo en un arte, incorporando elementos de trabajo artesanal como la silla de montar –que es única en el mundo- , la reata y los arreos, los sombreros, los trajes con botonaduras de plata, los cintos piteados (bordados sobre la piel con hilos de pita de maguey) y todos los demás elementos que constituyen esa imagen característica del charro mexicano, que ha dado la vuelta al mundo y que constituye un elemento de la identidad nacional.

Un prototipo de este charro es nada menos que el prócer revolucionario Emiliano Zapata. Para el historiador Salvador Rueda, director del Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec”, la charrería explica los símbolos del caudillo y al personaje de Zapata: “Fue buen charro, pulcro, enamorado. Siempre vestido de trajes adornados de plata, gazné, sombrero ancho y fino, anillos y un buen caballo. Por eso sus símbolos de caudillo son los de la charrería que es una tradición íntimamente ligada al personaje histórico. Zapata es uno de los iconos más representativos de la charrería”.

Tradición extensiva
La charrería es un arte que también practican las mujeres y a la cual le aportan un ingrediente importante, que se conoce como la Escaramuza Charra. Se trata de un conjunto de ejercicios en carrusel, acompañados de música ranchera, a galope, que ejecutan un grupo de cuando menos 8 niñas y señoritas vestidas de rancheras mexicanas y montadas al estilo mujeril.

Actualmente, existen alrededor de 970 asociaciones con presencia en cada uno de los estados del país, destacando por su volumen Jalisco, Estado de México, Hidalgo y Distrito Federal y la charrería se practica en México a través de casi 2,000 eventos anuales. No menos importante es señalar que su ejercicio se ha difundido en los Estados Unidos de América, en donde se encuentran 184 comunidades charras distribuidas en 13 estados, a saber, Arizona, California, Colorado, Idaho, Illinois, Kansas, Nebraska, Nevada, Nuevo México, Oklahoma, Oregon, Texas y Washington.

Las 9 suertes charras:
Cala de Caballo: Es una demostración al público de la buena enseñanza y entrenamiento del caballo que incluye brío, andadura, galope, carrera y mansedumbre.

Piales: Significa lazar yeguas domesticadas únicamente de las patas traseras, no se busca derribarla sino disminuir su velocidad y detenerla.

Coleadero: Supone derribar un toro en plena carrera, tomándolo de la cola con la mano y amarrándolo en la pierna del charro.

Jineteo de Toros: Consiste en montar un novillo y permanecer en el lomo del animal hasta que haya dejado de reparar o brincar.

Terna en el ruedo: Los participantes en esta suerte siempre serán tres charros, se busca lazar la cabeza de un toro previo floreo de reata para posteriormente derribarlo habiéndolo lazado de las patas con floreo de reata.

Jineteo de Yeguas: Significa montar una yegua cerril hasta que deje de rebrincar o reparar.

Manganas a pie: La mangana consiste en lazar únicamente las manos del animal y derribarlo cuando éste pasa a toda velocidad previo floreo de reata

Manganas a caballo: Es derribar a una yegua cerril realizando floreo de reata a caballo para posteriormente lazarla por las manos.

Paso de la muerte: Consiste en que un charro, montando en pelo (sin silla) en un caballo domado y educado corra paralelamente a una yegua cerril para brincar pasándose a los lomos de esta última.