En Opinión: “Desobediencia civil” por Horacio Corro Espinosa

En estos días de inseguridad y desaciertos gubernamentales, la gente se pregunta ¿cuál es la función de éste gobierno?, ¿deben desobedecerlo? Si es así, ¿bajo qué circunstancias?

Para responder a estas preguntas debemos analizar la función del gobierno.

El gobierno, desde luego, afecta nuestras vidas cotidianamente, pero pocos dedicamos tiempo para considerar sus afanes primordiales.

Mucho se nos ha dicho que la única razón por la que tenemos gobiernos es para controlar el comportamiento del hombre. Y es cierto, porque si miramos a nuestro alrededor, nos daremos cuenta que vivimos en un mundo de orden, de leyes y principios de autoridad. Todas las cosas de este mundo tienen una organización, por ejemplo, las colonias de insectos muestran un cierto nivel de orden, pero esto se debe a su instinto genéticamente controlado.

Por su parte, el hombre busca el orden por medio de estructuras gubernamentales. Aunque tenemos el poder de decidir, la naturaleza humana requiere de un sistema gubernamental basado en la responsabilidad. Y el gobierno civil se basa en la responsabilidad humana. Así, el gobierno se responsabiliza de controlar las malas acciones como la anarquía, por ejemplo.

El gobierno tiene tres responsabilidades políticas principales: ejercer la justicia (para castigar a los delincuentes). Cuidar el orden (para evitar la rebelión) y, además, tiene la obligación, porque para eso se le dieron las armas, de defender al estado.

Sobre estos tres puntos, el gobierno debe intervenir cuando existe amenaza de muerte, privación de la libertad o daño a la propiedad privada.

Cuando el gobierno excede su autoridad, es cuando los ciudadanos tenemos el derecho y la responsabilidad de desobedecerlo.

Antier, a mucha gente le molestó ver que una señora se arrodillaba a los pies del presidente de México, y este, no tuvo la mínima intención de ponerla de pie. Como casi todos sabemos, al único que le podemos ofrecer nuestro arrodillamiento, es a Dios (si me van a reprochar por esto, a mí no me reclamen nada, reclámenselo a él, porque es uno de sus mandamientos). Dios es la autoridad final, de lo contrario, estamos confesando que a otro lo tenemos por Señor. Guardar silencio ante lo que vimos, equivale a convertir al estado en Dios.

Al aceptar el señor López el arrodillamiento, es igualarse o sentirse Dios. Además, es como regresar al siglo XVII, donde el derecho divino era de los reyes.

Tal vez muchos no lo sepan, pero nuestras leyes, nuestra Constitución, se hizo en base a la Biblia, por eso contiene muchos principios morales.

Nuestra Constitución esta, o debe estar, sobre nuestros gobernantes, pero cuando éstos desobedecen la ley, el pueblo también debe desobedecerlos. Así pues, todos los hombres, incluido el presidente, deben someterse a la ley. Cuando se viola la ley, automáticamente se viola la confianza del pueblo, y es cuando éste tiene una base para oponerse al gobierno.

En seis meses, el gobierno de López Obrador ha violado una y otra vez nuestra Constitución, y lo ha hecho, asegura él, porque “No tenemos problemas de conciencia, porque no somos corruptos”.

Este señor no considera que todos, desde que nacemos, traemos escrito en el corazón, principios morales que están antes de las decisiones del hombre.

Si él no tiene registrado eso en su corazón, es que su conciencia esta cauterizada.

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