Italia y Francia tratan de pasar página a 14 meses de hostilidades

La crisis diplomática abierta entre Italia y Francia en los últimos 14 meses, una de las peores desde la Segunda Guerra Mundial, llega a su fin.

Las cosas han cambiado, especialmente en el país transalpino, y el presidente francés, Emmanuel Macron, ha viajado a Roma para entrevistarse con el primer ministro, Giuseppe Conte, y con el presidente de la República, Sergio Mattarella.

El tema de fondo, que se discutirá durante la cena de trabajo en Palacio Chigi, será la inmigración y los cambios que deberán implantarse para establecer un sistema de reparto automático que aligere la presión sobre el nuevo Ejecutivo.

Pero el restablecimiento de la normalidad, el deshielo de las relaciones entre dos históricos aliados convertidos durante 14 meses en enemigos, será clave para afrontar los expedientes que se han acumulado sobre la mesa.

Francia e Italia esperan relanzar las relaciones tras más de un año de encarnizadas refriegas. Durante un tiempo, todo salió mal entre ambos países: el control de fronteras, apoyo del Ejecutivo italiano a los chalecos amarillos, opas fallidas a empresas estatales, insultos diarios de Matteo Salvini al presidente francés… La visita de Macron a Roma, que durará unas horas y era difícil de imaginar antes del verano, “es importante en el contenido y el símbolo”, dijo en vísperas del viaje una fuente de la presidencia francesa. Francia, pese a que siempre mantuvo abierto el canal con el Palacio del Quirinal, recupera un aliado europeo en un momento clave. La UE se encuentra a las puertas del Brexit; los nuevos responsables de las instituciones comunitarias están a punto de asumir sus funciones y poner en marcha nuevos programas; y mientras tanto España, gran aliado de París en el sur de Europa durante la ausencia de Italia, prolonga su fase de provisionalidad política.

Macron es el primer dirigente que se reúne con Conte después del cambio de Ejecutivo. Más allá del potencial simbólico de la visita y de la mayor sintonía política entre Macron y el Ejecutivo que forman ahora Movimiento 5 Estrellas (M5S) y Partido Democrático, las expectativas sobre acuerdos en las cuestiones más controvertidas como la inmigración, no son demasiado altas. Además, la cumbre coincide con un endurecimiento del discurso del presidente francés en este tema, lo que puede dificultar las cesiones de París ante Roma. Aún así, ese será el tema central.

El Gobierno italiano necesita urgentemente un cambio de reglas en Europa para frenar las embestidas de la oposición en el tema migratorio. Sin Salvini en el Ministerio del Interior, los resultados en esta área se mirarán con lupa y contribuirán a la estabilidad del Ejecutivo. La visita de Macron, de hecho, ha estado precedida por un encuentro con el primer ministro libio, Fayez Serraj, y lo cerrará una reunión la mañana del jueves entre el ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska, y su nueva homóloga, Luciana Lamorgese. Una batería de bilaterales que tratarán de encaminar una solución.

Italia ha llegado ya a algunos puntos de convergencia con Francia y Alemania en este tema, pero falta resolver dos nodos clave para llegar a un mecanismo de redistribución automática: la distinción entre migrantes económicos y los solicitantes de asilo, que Italia quiere superar, y la rotación de los puertos de llegada, para implicar a otros países y no dejar sola a Italia. En este aspecto, París no quiere cambiar la idea de que sea el puerto más cercano donde deban dirigirse.

En Roma ven motivos para el optimismo. Las cosas han cambiado sustancialmente, especialmente en el acercamiento a la cuestión europea. Pero en algunos apartados seguirá habiendo tensiones. Uno de los principales causantes de la crisis entre ambos países, más allá de las calculadas salidas de tono de Salvini, fue Luigi di Maio. El líder del M5S, desesperado por su aislamiento en Europa, se reunió en febrero con los chalecos amarillos para sondear una posible alianza de cara a las elecciones europeas. El encuentro sentó extraordinariamente mal en el Elíseo, que llamó a su embajador a consultas y abrió una grieta que parecía insalvable.

Di Maio seguirá siendo un interlocutor en las relaciones bilaterales. Pero hoy pondrán sobre la mesa otras cuestiones de forma más relajada, como un acuerdo para una mayor flexibilidad en las cuentas públicas, favoreciendo las inversiones. La marcha de Salvini lo ha cambiado todo. Los asesores de Macron, sin embargo, rehúyen cualquier tipo de triunfalismo y llaman a la prudencia. “No hay que tener ningún sentimiento de satisfacción ni de alivio”, dijo la citada fuente presidencial respecto a la marcha de Salvini. “Es un debate político que corresponde a los italianos”, añadió.

El Palacio del Elíseo quería evitar cualquier sobreactuación con la visita para no alimentar el argumento de Salvini, según el cual su caída obedece a un plan urdido en París, Berlín y Bruselas. E insistió en que, pese a su simbolismo, entraba dentro de la normalidad diplomática: al formar el anterior Gobierno con el líder de la Liga, uno de los primeros desplazamientos del primer ministro Giuseppe Conte ya fue a París. La conexión entre Macron y Conte y el presidente Sergio Mattarella nunca se enturbió, pese a los encontronazos con Salvini y Di Maio.

El viaje a Italia se enmarca en un inicio de curso europeo en el que Macron aparece en el centro de todos los debates. El éxito en la designación de los cargos institucionales de la UE, así como la retirada anunciada de la canciller alemana, Angela Merkel, y la marcha del Reino Unido, le han reforzado como líder más visible e influyente del club. La caída del Gobierno de la Liga de Salvini y el Movimiento 5 Estrellas abre una oportunidad para el frente europeísta que encabeza Macron.