El gran error de la justicia tailandesa: liberar a un asesino en serie por buen comportamiento

Detenido el «Jack el Destripador tailandés», que estaba en busca y captura por un asesinato cometido tras salir de prisión.

El hombre llevaba una mascarilla sobre la boca y una gorra calada, pero con eso no ocultaba una marca en su ceja izquierda, que lo delataba: era la misma que mostraba las fotos de Somkid Phumphuang en los carteles distribuidos por la policía para capturar al segundo mayor asesino en serie de la historia reciente de Tailandia. Acarreaba cinco asesinatos a sus espaldas y otro más cometido después de que en mayo lo liberasen de prisión, donde cumplía cadena perpetua, por «buen comportamiento».

Quien lo reconoció fue una joven que viajaba el pasado día 18 de diciembre en el mismo tren que el hombre de la marca, el 234, que se dirigía a Bangkok desde el noreste del país. Le comentó a su novio que la cara le resultaba familiar y este sacó una foto de él para enviársela a la policía, recoge el diario Bangkok Post. Los agentes irrumpieron unas dos horas después, cuando el ferrocarril se detuvo en una estación, y arrestaron a Phumphuang.

El nombre de Somkid Phumphuang, un hombre de 55 años, resonó en el país a mediados de la pasada década. Había asesinado a cinco mujeres en cinco meses. Su práctica era siempre la misma: encandilaba a masajistas y cantantes, las llevaba a hoteles y después las estrangulaba hasta la muerte y se quedaba con sus objetos de valor, describe The Washington Post. Aquellos crímenes le valieron una sentencia a cadena perpetua en 2012 y el sobrenombre del «Jack el Destripador tailandés».

Pero la pena perpetua sobre Phumphuang nunca llegó a serlo: el pasado mayo, cuando llevaba 14 años en prisión, el criminal fue puesto en libertad: el Departamento Correccional del país aseguró que era un «prisionero modelo». Siete meses después, el pasado día 14, una mujer de 51 años, Ratsami Mulichan, fue hallada en su casa, estrangulada con un cable fijado al cuello con cinta adhesiva, y con sus tobillos y muñecas atados, según relata el Bangkok Post. Phumphuang había seducido a su sexta víctima a través de Facebook, y la conoció en persona el pasado 2 de diciembre. 13 días después la mató.

La policía halló las huellas dactilares de Phumphuang, ropa suya, documentación de su coche y hasta un teléfono móvil en el lugar del crimen. No había lugar a dudas de que el autor del crimen era él. El hijo de la víctima asegura que el asesino se había hecho pasar por un abogado de prestigio, que viajaba por todo el país llevando casos. La cara del asesino de la marca en la ceja quedó expuesta en carteles de «se busca». Algunas llamadas recibidas por la policía lo ubicaban en el norte y aseguraban que se hacía pasar por un monje.

Una vez detenido, Phumphuang ha confesado haber matado a Mulichan. Ahora se enfrentará a una nueva pena, por homicidio premeditado.