Crisis política atora a Italia

La crisis política que explotó este verano en Italia bajo el pretexto del Tren de Alta Velocidad que va de Turín a Lyon está a punto de hacer caer a un gobierno que no ha cumplido ni año y medio en el poder.

Desde 1943, Italia ha visto pasar 19 legislaturas y 71 Ejecutivos, es decir, en una legislatura ha habido, desde dos y hasta seis gobiernos diferentes. Esto porque para que un gobierno dure se necesita forzosamente tener mayoría en el parlamento y en cada aprobación de una nueva ley, el gobernante en turno se juega la confianza parlamentaria, y con ello, todo su poder.

Sin embargo, aunque la actual situación no es rara e, incluso, los ciudadanos, sobre todo, los más jóvenes, comienzan a acostumbrarse a los repentinos cambios de gobierno, esta última crisis es particular, por las condiciones de los mismos gobernantes que, por un tiempo, habían logrado unir el agua con el aceite en momentos de alta tensión con la Comisión Europea por los temas económicos y de migración.

Cuando en las elecciones del 4 de marzo del 2018 se comenzó a formar lo que actualmente es la XVIII legislatura italiana con dos fuerzas opuestas (la ultraderechista Liga del Norte y el populista Movimiento Cinco Estrellas), ya se sabía que la luna de miel no podría durar tanto.

Tuvieron que pasar poco más de dos meses de estira y afloja para que sus líderes, Matteo Salvini (LN) y Luigi di Maio (M5S), al no ceder uno por otro para que pudiera tomar el control del gobierno, eligieran a Giuseppe Conte como presidente del Consejo de Ministros y quedaran ellos mismos como vicepresidentes y ministros al mismo tiempo. Salvini, del Interior y Di Maio, del Trabajo. Sólo así el gobierno número 65 de la República Italiana pudo comenzar el 1 de junio del 2018 con la única coincidencia entre ambas fuerzas de repudiar al gobierno que también había terminado de manera precipitada, primero con Matteo Renzi, y luego con su sucesor Paolo Gentiloni.

Los resultados de las elecciones no lo desmentían: el Partido Democrático (PD) había caído al tercer lugar, mientras que M5S y Liga del Norte (en alianza con la derecha), se colocaban como los vencedores de la jornada. Sin embargo, los números de ese día se fueron invirtiendo. Después del 26 de mayo, en las elecciones europeas, es decir, en sólo 14 meses, el Movimiento Cinco Estrellas fue devorado por Matteo Salvini. Los resultados lo colocaron como el absoluto vencedor y sus votos crecieron del 17 al 34 por ciento, lo que pasó exactamente al contrario con el M5S, quienes vieron sus votos irse del 34 al 17%.

Las promesas de que este gobierno duraría cinco años comenzaron a desdibujarse. Los desacuerdos se hicieron mayores hasta que el 8 de agosto con la votación en el Senado para continuar con las obras del Tren de Alta Velocidad, ambas fuerzas se fueron en direcciones contrarias y Salvini llamó a elecciones anticipadas. Un día después su partido pidió la sustitución de Conte. El pasado martes, el Senado reabrió para decidir los tiempos de la crisis y sólo acordaron que el próximo 20 de agosto Giuseppe Conte se presente al Parlamento, donde se votará o no su destitución, impulsada por la Liga del Norte la semana pasada.

Ahora la decisión está tomada y no queda claro si aún se pueda dar marcha atrás, pues si se pudiera definir con una palabra los últimos días, ésta sería “sorpresa”, donde siempre Matteo Salvini o Luigi Di Maio en cada declaración pública abren o cierran puertas a los demás partidos haciendo cuentas para ver de qué manera ganan más terreno y uno puede salvarse en el próximo gobierno sin necesidad del otro.

Sin embargo, será el presidente de la República, Sergio Mattarella, quien defina el camino para encontrar una vía de salida de un periodo donde Italia es cada vez más frágil económicamente y más aislada de Europa. No se sabe si la propuesta del M5S de votar para quitar a 345 parlamentarios italianos de un jalón y antes de que se disuelva el actual gobierno, sea suficiente para reavivar la economía estancada por mucho que la propuesta sea tan necesaria como populista.

El destino del Movimiento Cinco Estrellas, así como de millones de italianos está en juego, mientras que todo apunta para que en Italia se vuelvan a realizar elecciones para el próximo otoño, quizás en octubre. Y aunque la LN llega a este momento sobre la onda del éxito de las elecciones europeas, se ha dado cuenta que sus números de preferencia no le alcanzan aún para mandar en el Parlamento y decidir todo como ellos mismos pensaban. Las apuestas para quien quede a cargo del próximo gobierno técnico ya también han comenzado.