Demanda de espacios duplica labores de sepultureros en Sao Paulo, el foco de COVID-19 en Brasil

Antes de la pandemia en Sao Paulo la media era de 30 entierros al día, ahora ese número prácticamente se ha duplicado, una tendencia que se ha mantenido durante las últimas semanas y que, en un efecto dominó, ha generado una mayor presión sobre los trabajos de exhumación.

Sao Paulo, 16 junio 2020.- Sepultureros del cementerio de Vila Formosa, el mayor de Latinoamérica, en Sao Paulo, realizan exhumaciones contra el reloj para abrir nuevos espacios y poder realizar más entierros, que se han incremento desde la irrupción del nuevo coronavirus.

Su jornada de trabajo se ha convertido en una lucha casi sin descanso para atender la alta demanda en este camposanto, ubicado en la zona este de la capital paulista y donde se estima que reposan los restos de 1.5 millones de personas. La pandemia es la culpable.

Si antes de ella la media era de 30 entierros al día, ahora ese número prácticamente se ha duplicado, una tendencia que se ha mantenido durante las últimas semanas y que, en un efecto dominó, ha generado una mayor presión sobre los trabajos de exhumación.

“El número de exhumaciones aumentó por la necesidad de entierros, para desocupar espacio”, explica a Efe Wilker Costa, de 44 años, sepulturero desde hace casi una década.

Entre enero y mayo fueron realizadas 6 mil 469 exhumaciones en las necrópolis municipales, según datos de la Alcaldía, mientras que los entierros saltaron un 37 por ciento, hasta 37 mil 555, con respecto al mismo periodo de 2019.

Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, contabiliza 5 mil 623 muertes y 91 mil 198 casos confirmados de COVID-19, de acuerdo con el último balance oficial.

En todo el país, el segundo del mundo más castigado por la pandemia después de Estados Unidos, los decesos pasan de 43 mil 300 y los contagios rozan los 870 mil, según el Ministerio de Salud.

Este lunes, en Vila Formosa, un grupo se encargaba de exhumar fosas y al lado, otro realiza entierros. A los pocos minutos de retirar los restos óseos de una tumba, el espacio ya era ocupado por un nuevo difunto, según constató Efe.

Pese a la urgencia, los plazos legales se siguen respetando a rajatabla. Ninguna exhumación de adultos se realiza antes de cumplidos los tres años desde el enterramiento, lo que no impide que ahora se hagan más. Según Costa, en Vila Formosa han pasado de una media diaria de 10-15 exhumaciones a una de 15-20.

EL DESTINO DE LOS EXHUMADOS SOLITARIOS

“Comenzamos de las piernas para arriba” y “demora una media hora”, explica a Efe un sepulturero que prefiere no desvelar su nombre, vestido con mono azul, mascarilla y guantes, mientras realiza una exhumación con una pala.

Él es uno de los trabajadores subcontratados por la Alcaldía de Sao Paulo con motivo de la crisis del coronavirus.

Por lo general, algún familiar acompaña todo el proceso y después coloca los restos óseos en alguno de los nichos situados en las paredes del cementerio, como Cristiane Gouveia, quien marcó cita para exhumar a su padre nada más enterarse de que los cementerios estaban liberando espacio.

“Me quedé preocupada con eso”, indica a Efe.

Sin embargo, a veces no viene nadie. En ese caso guardan los restos en una bolsa azul de plástico que sitúan a los pies de la fosa donde estaban enterrados.

“Los guardamos debidamente identificados y en la misma sepultura, que es rehecha y reorganizada” para un nuevo entierro, apunta Costa.

La amenaza de un colapso funerario, como ocurrió en la ciudad amazónica de Manaos (norte), ha obligado a la Alcaldía a comprar una docena de contenedores con objeto de acelerar las exhumaciones y abrir así nuevas tumbas en los cementerios.

Cada uno de esos contenedores tiene una capacidad para almacenar una veintena de urnas y en ellos está previsto que reposen los restos que no son reclamados por nadie.

La Alcaldía también decidió abrir, de forma preventiva, 13 mil nuevas fosas en las necrópolis de la ciudad, de las que, según el plan inicial, 8 mil fueron cavadas en Vila Formosa.

COMERCIO ABIERTO CON EL VIRUS CIRCULANDO

El 1 de junio, el estado de Sao Paulo, el más rico y poblado de Brasil, con 46 millones de habitantes, y también el más azotado por la COVID-19, comenzó una desescalada por fases con la curva epidemiológica aún al alza y bajo presiones del empresariado por flexibilizar las medidas de aislamiento.

Sin haber llegado aún al pico de la pandemia, lo que está previsto que ocurra en las próximas semanas, el comercio de calle y los centros comerciales de la capital paulista pudieron reabrir con restricciones la semana pasada.